La sirenita

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En las profundidades del mar azul, donde el agua era clara como el cristal, vivía la sirenita. Era la más joven de cinco hermanas, todas hermosas, pero ella era la más curiosa y soñadora. Vivían en un palacio resplandeciente construido de coral y conchas, bajo la tutela de su abuelo, el rey del mar.

Aunque rodeada de belleza, la sirenita anhelaba conocer el mundo exterior. Al cumplir quince años, como era tradición, se le permitió subir a la superficie para ver el mundo humano. Asomó su cabeza fuera del agua justo cuando un gran barco pasaba. En él, vio a un joven príncipe celebrando su cumpleaños. De repente, una tormenta azotó y el príncipe cayó al mar. Rápidamente, la sirenita lo rescató y lo llevó a una playa cercana.

Al despertar, él vio a la sirenita y quedó impresionado por su belleza. Sin embargo, al escuchar voces cercanas, ella se asustó y se sumergió nuevamente en el agua. Una princesa del reino vecino encontró al príncipe, y él, aún aturdido, pensó que era ella quien lo había salvado.

Afligida por el amor no correspondido y deseando ser humana, la sirenita visitó a la bruja del mar. A cambio de su voz, le dio dos piernas humanas y le advirtió: si el príncipe se casaba con otra, se convertiría en espuma de mar.

Como humana, la sirenita fue acogida en el palacio del príncipe. Aunque muda, su gracia y belleza cautivaron a todos. El príncipe disfrutaba de su compañía, pero estaba comprometido con la princesa que creía que lo había salvado.

Una noche, mientras paseaban por la playa, encontraron la concha que contenía la voz de la sirenita. Al abrirla, su voz fluyó de regreso a ella. Cantó una melodía tan hermosa que el príncipe reconoció que era ella quien lo había salvado de las aguas. Se dio cuenta de su verdadero amor por la sirenita.

Con una celebración que duró días, el príncipe rompió su compromiso anterior y se casó con la sirenita. La bruja del mar, viendo el amor genuino entre ellos, no tuvo más remedio que concederle a la sirenita su voz y su vida humana permanentemente.

El cuento termina con la sirenita y el príncipe viviendo felices y gobernando juntos su reino, unidos por un amor que trascendió dos mundos muy diferentes.