Dino y la Ciudad Perdida

Ilustración del cuento Lila y la estrella perdida.

En el corazón de la selva, donde las copas de los árboles rozaban el cielo y los ríos serpenteaban como culebras plateadas, vivía Dino, un joven tiranosaurio lleno de curiosidad. Su vida era tranquila, pasaba los días jugando con sus amigos: Lila, una triceratops de gran corazón, y Spike, un pterodáctilo aventurero.

Un día, mientras exploraban una cueva olvidada, Dino tropezó con un objeto duro. Era un antiguo pergamino enrollado, amarillento por el paso del tiempo. Al desplegarlo, reveló un mapa misterioso que mostraba el camino hacia una ciudad oculta en las montañas. Lo más sorprendente era que, según las leyendas escritas en el mapa, en esa ciudad los dinosaurios y humanos vivían juntos en armonía.

Los tres amigos, intrigados y emocionados, decidieron embarcarse en la aventura de sus vidas. Siguiendo el mapa, atravesaron frondosos bosques donde las hojas ocultaban el sol, cruzaron ríos de corrientes furiosas y escalaron colinas escarpadas. En su camino, enfrentaron todo tipo de desafíos: desde resolver acertijos antiguos hasta esquivar a depredadores hambrientos.

Lila, con su sabiduría innata, a menudo encontraba soluciones a los problemas que encontraban, mientras que Spike, con su habilidad para volar, ayudaba a reconocer el camino desde las alturas. Dino, con su valentía y determinación, mantenía al grupo motivado, recordándoles constantemente su objetivo.

Tras varios días de viaje, llegaron al pie de una gran montaña. Al ascender, encontraron una enorme puerta de piedra, decorada con inscripciones antiguas y relieves de humanos y dinosaurios. Dino recordó una frase del mapa: “La llave es la unión”. Se dieron cuenta de que, para abrir la puerta, debían trabajar juntos.

Lila usó sus fuertes cuernos para mover una piedra, revelando una palanca. Spike, con su agudo pico, presionó un interruptor oculto en lo alto. Dino, poniendo todo su peso, empujó la puerta. Con un lento rechinar, esta se abrió, desvelando una ciudad deslumbrante donde edificios de piedra y cristal brillaban bajo el sol.

Para su sorpresa, la ciudad no estaba desierta. Humanos y dinosaurios, en lugar de haber desaparecido, habían estado viviendo en secreto, protegidos del mundo exterior. Les dieron la bienvenida y les contaron que, hace eones, cuando un meteorito amenazó la tierra, un poderoso hechizo había protegido la ciudad, haciéndola invisible para el mundo exterior.

Dino y sus amigos pasaron días maravillosos en la ciudad, aprendiendo sobre la cooperación y amistad entre especies. Al final, decidieron regresar a su hogar, llevando consigo el secreto de la ciudad y la promesa de mantenerla a salvo. Habían descubierto que el verdadero tesoro no era una ciudad de oro, sino el amor y la armonía que podían existir entre todos los seres vivos.