Hansel y Gretel

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Había una vez en un pequeño pueblo, al borde de un frondoso bosque, una humilde familia compuesta por un leñador, su esposa y sus dos hijos: Hansel y Gretel. La familia tenía tiempos difíciles, y aunque el leñador trabajaba arduamente, apenas tenían suficiente comida para sobrevivir.

Un invierno, la situación se volvió aún más difícil, y los estómagos de Hansel y Gretel crujían de hambre cada noche. Los padres, angustiados por la falta de alimentos, discutieron una noche en voz baja, sin darse cuenta de que los pequeños los escuchaban.

—“No sé qué hacer”, susurró la madre. “No podemos alimentar a Hansel y Gretel. Pronto no habrá suficiente comida para ninguno de nosotros.”

—“Debemos encontrar una solución”, respondió el leñador. “No podemos abandonar a nuestros hijos en el bosque; no podrían sobrevivir.”

Los niños, asustados por lo que habían escuchado, se acurrucaron en sus camas esa noche, pensando en su destino. Pero Hansel, el hermano mayor, tuvo una idea.

—“Gretel, no te preocupes”, le dijo en voz baja. “Mañana, cuando nos lleven al bosque, yo dejaré un rastro de migas de pan para que podamos encontrar el camino de regreso a casa.”

Gretel asintió, y ambos se sintieron un poco mejor con el plan de Hansel. Al día siguiente, cuando el leñador y su esposa los llevaron al bosque para abandonarlos, Hansel dejó caer migajas de pan tras él a medida que avanzaban.

Sin embargo, lo que Hansel y Gretel no sabían era que las aves del bosque rápidamente se comieron las migas de pan, dejándolos perdidos en el corazón del bosque. Cuando la noche cayó y la luna brilló en el cielo, los niños se dieron cuenta de que no podían encontrar el camino de regreso a casa.

Asustados y hambrientos, vagaron por el bosque hasta que encontraron una extraña casita hecha de dulces, galletas y caramelos. La casita parecía deliciosa, y no pudieron resistir la tentación. Comenzaron a arrancar trozos de dulce y se llenaron de golosinas.

Pero la casita pertenecía a una malvada bruja que vivía en el bosque. La bruja apareció y capturó a Hansel y Gretel, encerrándolos en una jaula de pájaros. Planeaba cocinarlos y comérselos para cenar.

Sin embargo, los niños eran ingeniosos y astutos. Cuando la bruja los encerró en la jaula, Gretel fingió que tenía dificultades para entrar. La bruja, sin darse cuenta de sus intenciones, se inclinó para verificar y Gretel, con un rápido movimiento, cerró la puerta de la jaula, encerrando a la bruja en su interior.

Gretel liberó a su hermano Hansel, y juntos encontraron el camino de regreso a casa, donde descubrieron que su madre había lamentado profundamente su decisión y había estado buscándolos en el bosque desde que los abandonó. La familia se reunió y prometió nunca más separarse.

Y así, Hansel y Gretel aprendieron que el amor fraternal y la astucia podían superar incluso las situaciones más desesperadas. La casa de dulces en el bosque se convirtió en una advertencia para todos los niños sobre las tentaciones y los peligros que acechaban en el mundo, y la familia vivió felizmente el resto de sus días.