Los cisnes salvajes

Ilustración del cuento Lila y la estrella perdida.

Había una vez un rey que tenía once hijos y una hija llamada Elisa. Vivían felices en su gran palacio, pero la felicidad no duró mucho tiempo. Después de la muerte de la reina, el rey volvió a casarse con una mujer que en secreto era una malvada bruja.

La nueva reina no quería a los príncipes cerca del trono, así que, con sus artes oscuras, los transformó en cisnes. De día, volaban como cisnes, y solo por la noche recuperaban su forma humana. Elisa fue desterrada a una aldea lejana, donde fue criada por unos amables campesinos.

Con el paso del tiempo, Elisa decidió buscar a sus hermanos. Viajó por bosques y montañas hasta que un día, al caer la noche, encontró a los once cisnes con coronas doradas en sus cabezas. Elisa supo de inmediato que eran sus hermanos.

Al verla, los príncipes la rodearon y, al tocarla, volvieron a ser humanos. Le contaron sobre su maldición y cómo sólo podían ser humanos de noche. Determinada a romper el hechizo, Elisa buscó la ayuda de una sabia anciana en el bosque.

La anciana le reveló que la única forma de liberar a sus hermanos era tejer once camisas con flores silvestres, y mientras lo hiciera, no debía hablar ni reír. Elisa aceptó el desafío y comenzó su tarea en silencio.

Mientras tejía, un joven rey la descubrió y, cautivado por su belleza, la llevó a su palacio y la pidió en matrimonio. Aunque Elisa no podía hablar, el rey estaba decidido a desposarla.

Sin embargo, la malvada madrastra del rey, al ver a Elisa tejiendo las camisas y no entendiendo su propósito, la acusó de brujería. Elisa fue condenada a morir en la hoguera.

El día de su ejecución, cuando las llamas comenzaron a lamer sus pies, los once cisnes descendieron del cielo. Rápidamente, Elisa arrojó las camisas sobre ellos y, uno por uno, se transformaron en príncipes. Pero, en su apresuramiento, una de las camisas quedó incompleta y el brazo más joven de los príncipes se convirtió en ala.

El rey, al darse cuenta de su error y del mal que su madrastra había causado, condenó a esta al exilio y se casó con Elisa. Los príncipes regresaron a su reino y, con la ayuda de su hermana y cuñado, reconstruyeron el reino y vivieron felices por siempre.