Los músicos de Bremen

Ilustración del cuento Lila y la estrella perdida.

Había una vez cuatro amigos muy especiales: un burro, un perro, un gato y un gallo. Aunque eran animales de granja, vivían en un lugar donde no eran bien cuidados y se sentían tristes y abandonados. Cada día que pasaba, se volvían más viejos y menos útiles para los granjeros.

Un día, mientras conversaban en el establo, el burro, que era el más anciano, tuvo una idea brillante.

—“¡Amigos!” —exclamó el burro—. “No somos jóvenes ni fuertes, pero aún tenemos mucho que dar. ¿Por qué no dejamos este lugar y nos convertimos en músicos de Bremen?”

Los demás animales se emocionaron ante la idea. Abandonar la granja y embarcarse en una aventura como músicos sonaba maravilloso. El perro, con su cola agitada, asintió emocionado.

—“¡Eso suena como una gran idea, Burro!” —dijo.

El gato, con su pelaje suave, añadió:

—“¡Sí, sería maravilloso! Podríamos vivir nuevas aventuras juntos.”

Y el gallo, batiendo sus alas, exclamó:

—“¡Un viaje a Bremen suena emocionante! Podríamos encontrar un lugar mejor para vivir.”

Así que, sin pensarlo dos veces, los cuatro amigos decidieron partir hacia la ciudad de Bremen, donde esperaban encontrar un futuro mejor como músicos.

Con valentía, comenzaron su viaje. El burro caminaba al frente, el perro seguía con entusiasmo, el gato se abría paso entre los dos, y el gallo se encargaba de dar la alarma si veía algún peligro a la vista.

Mientras caminaban, llegaron a un bosque. El sol se ponía y los amigos se sentían cansados y hambrientos. Decidieron pasar la noche en el bosque y seguir su viaje a la mañana siguiente.

Lo que no sabían era que el bosque estaba habitado por un grupo de bandidos. Cuando los bandidos vieron a los cuatro amigos, se asustaron. El burro comenzó a rebuznar con fuerza, el perro a ladrar, el gato a maullar y el gallo a cacarear. Los sonidos eran tan fuertes y extraños que los bandidos pensaron que eran espíritus malignos y huyeron asustados.

Los amigos, por supuesto, no tenían idea de lo que había sucedido. Cuando los bandidos se fueron, continuaron durmiendo en paz en el bosque.

A la mañana siguiente, se despertaron con el sol brillando y el canto de los pájaros. Estaban emocionados de continuar su viaje hacia Bremen. Mientras caminaban, se encontraron con una casa de campo. Desde el interior, se escuchaba la música de un arpa.

—“¡Escucha, amigos!” —dijo el perro—. “¿Eso no suena como música?”

Los amigos se acercaron a la casa de campo y vieron a una banda de bandidos disfrutando de un festín. El perro tuvo una idea ingeniosa y propuso que el burro se pusiera de pie, el gato saltara sobre el burro, el perro subiera sobre el gato y el gallo se posara en el hombro del perro. De esta manera, podrían imitar la música del arpa.

—“¡Hagámoslo!” —exclamó el gato.

Cuando tocaron su extraña “música”, los bandidos se sobresaltaron y, al pensar que los espíritus malignos los habían encontrado, huyeron de la casa de campo sin mirar atrás.

—“¡Funcionó, amigos!” —dijo el gallo con satisfacción.

Los amigos entraron en la casa y se encontraron con un festín delicioso que los bandidos habían dejado atrás. Comieron hasta saciarse y se acomodaron en la casa para pasar la noche.

A la mañana siguiente, los amigos decidieron que ya no necesitaban ir a Bremen. Habían encontrado un lugar donde eran apreciados y cuidados. Decidieron quedarse en la casa de campo y vivir allí felices para siempre.

Y así, los amigos, que alguna vez fueron animales abandonados, encontraron la amistad y la felicidad en su nuevo hogar. Su extraña “música” asustó a los bandidos y les dio un nuevo comienzo, demostrando que, a veces, las cosas inusuales pueden ser las que cambien nuestras vidas de la mejor manera.