Peter Pan

Ilustración del cuento Lila y la estrella perdida.

En el tranquilo barrio londinense de Bloomsbury, los hermanos Darling —Wendy, John y Michael— estaban a punto de vivir la aventura de sus vidas. Una noche, mientras estaban en su habitación, una figura sombría, Peter Pan, entró volando por la ventana. Lo acompañaba una diminuta hada brillante llamada Campanilla.

Peter había regresado para encontrar su sombra perdida, que había dejado atrás en una visita anterior. Wendy, con su instinto maternal, ayudó a Peter a coserla de nuevo. Agradecido y entusiasmado por la compañía, Peter les contó sobre Nunca Jamás, su tierra mágica. Les ofreció llevarlos allí, y con un poco de polvo de hada y pensamientos felices, los niños aprendieron a volar.

Al cruzar los cielos, llegaron a la fantástica isla de Nunca Jamás, un lugar donde los niños nunca crecían. La isla estaba habitada por los Niños Perdidos, un grupo que, como Peter, no quería crecer. Pero Nunca Jamás también tenía sus peligros: piratas liderados por el malvado capitán Garfio, tribus nativas y misteriosas sirenas.

Peter y los Darling tuvieron múltiples aventuras. Navegaron por las lagunas con las sirenas, tuvieron encuentros tensos con los nativos y jugaron entre las nubes. Wendy, con su naturaleza cuidadosa, se convirtió en una figura maternal para los Niños Perdidos, contándoles historias y cuidándolos.

El capitán Garfio, sin embargo, se convirtió en el principal problema. Obsesionado con vengarse de Peter por hacer que un cocodrilo se comiera su mano, Garfio ideó un plan para atrapar al niño que volaba. Y aunque el cocodrilo siempre estaba cerca, esperando otro bocado, el tic-tac de un reloj que había tragado servía como una advertencia constante para el pirata.

Una noche, Garfio logró capturar a Wendy y los Niños Perdidos, planeando usarlos como cebo para Peter. Además, colocó veneno en una medicina destinada a Peter. Campanilla, al darse cuenta del peligro, bebió el veneno para salvar a Peter. Desesperado, Peter suplicó a todos los que creían en las hadas que aplaudieran. El amor y la fe de los niños trajeron a Campanilla de vuelta a la vida.

Con su fiel hada a su lado, Peter lideró una ofensiva contra los piratas, liberando a Wendy y a los demás. En la batalla culminante, Garfio se encontró cara a cara con el cocodrilo, y su destino quedó sellado.

Después de la victoria, Peter acompañó a los niños Darling de regreso a su hogar en Londres. Wendy, John y Michael volvieron a sus vidas, pero con el corazón lleno de recuerdos. Aunque Wendy crecería y tendría sus propios hijos, siempre recordaría al niño que nunca crecía y las aventuras en Nunca Jamás.

Y en algún lugar, entre las estrellas y los sueños, Peter Pan seguía volando, eternamente joven, buscando la próxima gran aventura.