Velma, la velociraptor valiente

Ilustración del cuento Lila y la estrella perdida.

En una exuberante selva prehistórica, donde los dinosaurios reinaban, vivía Velma, una joven velociraptor de brillantes ojos y escamas esmeralda. Aunque era más pequeña que sus hermanos, lo que le faltaba en tamaño lo compensaba con su corazón valiente.

Un día, su hermano Vince cayó en un pantano mientras jugaban a perseguirse. El viscoso barro lo atrapaba, y cada movimiento lo hundía más. Aterrada pero decidida, Velma sabía que tenía que actuar rápido.

Corriendo de vuelta al claro, Velma reunió a la manada. Pero el miedo se apoderó de ellos al ver el pantano: era territorio de los temibles Tarbosaurus. “Es demasiado peligroso”, decían. Pero Velma no podía dejar a su hermano atrás.

“El coraje no se mide por el tamaño, sino por la fuerza del corazón”, dijo Velma, y corrió hacia el pantano. Usando ramas y lianas, tejió una cuerda improvisada. La lanzó hacia Vince, quien, temblando, logró agarrarla. Velma tiró con todas sus fuerzas, pero el barro era resistente.

Entonces, en la distancia, un rugido estremeció el aire. Los Tarbosaurus estaban cerca. Velma no se rindió. Con un esfuerzo sobrehumano y un corazón palpitante de puro coraje, dio un último tirón y liberó a Vince.

Justo cuando los Tarbosaurus emergieron del follaje, la manada de velociraptores apareció, inspirados por el valiente acto de Velma. Juntos, hicieron frente a la amenaza, y con un coro de rugidos intimidantes, protegieron a los suyos.

Velma y Vince regresaron a salvo al claro. Esa noche, alrededor del calor de las fumarolas termales, la manada celebró la valentía de Velma. La pequeña velociraptor había demostrado que, en efecto, el coraje no se mide por el tamaño, sino por la fuerza del corazón.

Y desde ese día, Velma ya no fue conocida solo por su velocidad, sino también por su valentía, convirtiéndose en una leyenda entre los dinosaurios de la selva prehistórica.